La conexión china


 En el gigante asiático se originó la pandemia mundial, mientras que ahora hay un puente aéreo para traer remedios al virus hasta España. China es hoy el arquetipo de la globalización, pero durante milenios lo fue del aislamiento



Cervantes podía haberse ido a vivir a China. Él mismo cuenta en el prólogo de la Segunda Parte del Quijote que el emperador de la China “en lengua chinesca me escribió una carta… suplicándome que se le enviase” un ejemplar de la célebre novela, pues iba a fundar un colegio donde se enseñara lengua castellana “y quería que el libro que se leyese fuese el de la historia de don Quijote. Junto a esto me decía que fuese yo a ser rector del tal colegio”.

El escritor se habría adelantado así a los 5.091 españoles residentes oficiales en China antes del coronavirus. Aunque naturalmente la historia es inventada, un truco de Cervantes para hacerse publicidad, como si la fama del Quijote hubiese llegado hasta la China. Luego el manco de Lepanto liquida su historia de forma chusca, le pide dinero para el viaje al mensajero portador de la carta, y cuando éste dice que no trae, se excusa con que “yo no estoy con salud para ponerme en tan largo viaje, además que, sobre estar enfermo, estoy muy sin dineros”.
El caso es que el artilugio publicitario de Cervantes no es tan descabellado, pues su novela alcanzó una difusión inmediata por Europa y América. China obviamente estaba más allá, era como el fin del mundo, pero en realidad ya se había abierto a Occidente gracias a portugueses y españoles. A principios del siglo XVII, cuando se publicó la Segunda Parte del Quijote (1615), los jesuitas ya se habían asentado en China, adonde llevarían la ciencia y las ideas europeas a la vez que daban noticia cierta a Occidente del misterioso país.

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